lunes, 31 de marzo de 2008

Homenaje a vecinos Detenidos Desaparecidos de Barrio Obrero

Vecinos del Barrio Obrero de Lanús Este colocaron dos placas en memoria de las víctimas de del terrorismo de Estado en la última y sangrienta dictadura militar.
Hugo César Canay, Mario Masucco, Beatriz Fariña, Osvaldo Francisco Maciel, Heriberto Ruggeri, Cristina Amparm de Maciel, Héctor Alberto Vidal, Martha Inés Ávila de Vidal, María Rosa Moreira de Fernández y Oscar Alfredo Fernández, que ya forman parte en el recuerdo de sus familiares, ahora también de manera concreta están en la memoria colectiva a través del compromiso de sus vecinos, desde el corazón mismo del Barrio Obrero.
Participaron del acto numerosas autoridades pertenecientes al Ejecutivo Municipal, entre otros, el Jefe de Gabinete, Héctor Bonfiglio, el Secretario de Gobierno, Juan Carlos Viscellino, el Secretario Legal y Técnico local, Roberto Crespo Armengol, Gerardo López Arrojo, Secretario de Planificación Urbana, Obras y Servicios Públicos, y Karina Nazabal, Secretaría de Políticas Sociales y Derechos Humanos. También hicieron lo propio los Concejales Griselda Regueira, Erica Amato y Alfredo Giorno. Pero la nota distintiva la dieron los vecinos, que con su presencia certificaron de manera efectiva el compromiso con el “ejercicio de la memoria” pendiente hasta hoy en el Municipio de Lanús.
Para hacerlo realidad, es que se formó una comisión que planificó y ejecutó con la cooperación del municipio la construcción de este monumento. Martha Sipes, en representación de todos, expresó: “hoy los nombres de los chicos vuelven al barrio, después de tanto tiempo de extrañarlos, esperamos que sean bienvenidos”, del mismo modo la Sra. Mabel Fernández manifestó: “Cada nombre representa a una persona, que con su presencia primero, y con su ausencia después nos marcó de manera significativa”. A su vez, Ulises Roldán, hijo de desaparecidos, agradeció al Intendente Díaz Pérez, “que nos abrió las puertas de la municipalidad, cerradas para nosotros durante años”, y destacó la importancia de que la ciudadanía de Lanús se encontrara recordando a los que no están de manera física. Procedió además, a plantar un árbol de ceibo y al mismo tiempo dijo: “El ceibo es la flor nacional, y representa una imagen de lo que querían hacer nuestros queridos muertos por la Argentina. Ellos lucharon por un país mejor, un país mas justo, mas igualitario”
Una vez colocadas las placas, y mientras los vecinos presentes junto a sus hijos fueron invitados a pegar pequeños pedazos de cerámica que formarán parte del monumento, como un símbolo de respeto, memoria y participación, la Sra. Karina Nazabal, como miembro del Ejecutivo Municipal, pero particularmente como vecina del Barrio Obrero expresó emocionada: “Mirando las fechas de las placas pensaba que seguramente entonces yo jugaba en esta plaza, sin tener muy en claro que pasaba. Uno sabía que la Argentina estaba de luto, pero no tenía conciencia del por qué. Con el tiempo, como vecina y como militante nos fuimos dando cuenta por qué motivo seguía el silencio de esos compañeros que no estaban en el barrio, y que no se había ido por propia voluntad. A partir de ahora, esta plaza no va a ser mas ese lugar donde yo jugué, ahora este espacio se va a pronunciar por una historia que nos atravesó a todos, a los que formábamos parte de la militancia y a los que no. Ojala que estos nombres sean testigos y referentes, para que podamos acercarnos con nuestros hijos y contarles por qué están ahí, y que además, este monumento no nos sea indiferente como tantos otros, que nos llame a la reflexión, que nos haga pensar y recordar. Para mí, es una emoción muy grande estar rodeada de tantos vecinos queridos. Esto me hace pensar que si uno es lo que va recibiendo, evidentemente yo debo tener mucho de la gente que esta hoy acá”. Finalmente, y como cierre del acto, el Intendente Darío Díaz Pérez manifestó de manera enfática: “A pesar de hablar en muchos discursos, hoy la emoción puede mas, quiero agradecer de corazón esta iniciativa de mis queridos vecinos y quiero pedir perdón en nombre de la Municipalidad de Lanús, porque con la actitud de los últimos años, no entendió este derecho de todos nosotros. Ningún inconsciente, ni degenerado, ni cómplice debió haber prohibido el reconocimiento permanente que le deberíamos haber hecho a nuestros compañeros que pensaron distinto a ellos y dieron la vida por lo que hoy estamos usufructuando. Tengámoslo siempre en la memoria; ninguna venganza, pero que el recuerdo nunca muera. Ellos, los que nos faltan, deben estar siempre con nosotros”.



sábado, 29 de marzo de 2008

Ortiz, Rodolfo (El Negro)

Ortiz, Rodolfo (El Negro): Nació el 6 de septiembre de 1949, en Avellaneda, aunque su casa estaba en la calle Esquiú entre M.Wield y Las Piedras, en Lanús. Vivió sus primeros años allí, hasta que se produjo la muerte de su papá, cuando él tenía cinco años.
Es entonces cuando su mamá, quien debido a su situación económica no podía hacerse cargo de sus tres niños pequeños, solicita – y consigue- que los dos varones (6 y 8 años) vayan pupilos, en principio a un hogar y luego al Instituto Torcuato de Alvear, en Luján. Allí, Rodolfo pasa desde los seis años hasta los dieciocho, alternando salidas con su mamá y períodos largos y completos en el colegio.
Se recibe de bachiller y técnico agropecuario.  Con una beca del Consejo Nacional del Menor comienza a estudiar arquitectura en la UBA y entra como empleado administrativo a PROARTEL.
En la facultad comienza su actividad militante. Siendo delegado general de prensa de la cátedra Capagli de diseño en los conflictos de 1971, conoce a quien sería más tarde su compañera y madre de sus dos hijas –Viviana Losada- quien también era delegada de su ciclo –diseño III- en la misma cátedra. Participan en las movilizaciones estudiantiles del segundo semestre de ese año, y hacia fin del mismo, cada cual sigue su curso. Cuando se vuelven a encontrar en febrero de 1972, cada uno por su lado ya ha elegido su propia pertenencia política.  Se casan el 10 de abril de 1972 y sus hijas Mariana y Fernanda, nacen el 10 de junio de 1973 y el 13 de noviembre de 1974 respectivamente. Viven desde el principio en Lanús,- ciudad a la que vuelve entusiasmado por los recuerdos de su primera infancia- en la calle O’Higgins 1563 departamento 2.
Rodolfo Ortiz fue militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores desde fines de 1971. Fue sucesivamente Responsable Universitario, Responsable Regional hasta que en diciembre de 1973, el Partido le encomienda la tarea de trabajar en el desarrollo de la Juventud.
Participa en la experiencia de Diario El Mundo como medio de información masiva desde el punto de vista de los trabajadores y el pueblo desde sus inicios. Como la empresa era de una magnitud verdaderamente revolucionaria, después de diversos allanamientos y amenazas, una bomba destruye las oficinas del diario en Sarmiento al 700. Por entonces ya había dejado la facultad.
Entra a trabajar en una empresa metalúrgica como obrero industrial, desarrollando al mismo tiempo su labor militante como Responsable de Juventud. Finalmente es elegido Secretario Nacional de la Juventud Guevarista, cargo que mantenía cuando lo secuestran en Moreno el 29 de marzo de 1976 junto a otros once compañeros.
A pesar de realizar los hábeas corpus de rigor, tanto en la nación como en la provincia, nunca volvió, igual que otras decenas de miles de militantes populares. Su nombre se incorpora a la lista que en 1979, la Delegación de la OEA se lleva como denuncia de las desapariciones en nuestro país, y mucho después, ya en democracia, en el listado del NUNCA MÁS, con el legajo SDH 910.
En diciembre de 1998, una llamada del Equipo Argentino de Antropología Forense,  trae a la familia buenas y malas noticias.  Por un lado, una verdad demoledora: Rodolfo estuvo secuestrado y torturado cuarenta y cuatro días en un CCD para luego ser asesinado el 12 de mayo de 1976. Su cuerpo había aparecido ese día en un baldío en la localidad de Bernal, junto a los cuerpos de dos compañeras desaparecidas desde principios de abril de 1976. La policía bonaerense, aún habiendo identificado a Rodolfo (ya que él había sido criado en un instituto oficial y había legajo suyo) ordenó enterrar a los tres como NN. Por el otro, que por estar en la fosa del cementerio de Avellaneda, el EAAF tenía en su poder todos los restos que allí había.
En agosto de 2006 sus restos fueron identificados por el Equipo y en su custodia permanecen hasta que la justicia indique que no son necesarios para condenar a los autores materiales e ideológicos de su asesinato, y se pueda disponer de ellos.
Su compañera se ha presentado como querellante junto a otros familiares en la mega causa del primer cuerpo de ejército en el Juzgado Federal del Dr Rafecas, sustanciando una causa global sobre los hechos de la quinta de Moreno que, según va avanzando la investigación, aparece como una masacre.
El Pingüi, como lo llamábamos, fue un escucha atento y observador, con una risa franca que le iluminaba la cara. Amaba profundamente la vida, y la vivía con la alegría de formar parte de un sueño colectivo que creíamos posible.
Nuestras hijas eran su mayor orgullo. Y como quería para ellas lo mejor,  trabajó incansablemente en su mejor regalo, cual sería ayudar a construir una sociedad diferente con libertad, justicia, igualdad, con riqueza para todos y no para unos pocos, aún a costa de no disfrutar sus primeros pasitos plenamente. Pensábamos que iba a haber tiempo.   
Algún día formará parte de la historia colectiva del pueblo. Mientras tanto, está bueno ir marcando sus pasos por aquí, por el barrio, por los afectos y los recuerdos de quienes lo han conocido y de quienes lo han querido.
Treinta y dos años sin justicia es demasiado tiempo.




jueves, 13 de marzo de 2008

Rodolfo Ortiz Escobar "El Negro"

Desaparecido el 29/3/76

Rodolfo tenía 26 años. Estaba casado con Viviana Losada y tenía dos hijas, Fernanda y Mariana, de 3 años y 18 meses al momento de la desaparición de Rodolfo, militaba con el PRT. Era el responsable de la Juventud Guevarista y se había incorporado recientemente a la conducción del partido. El 29 de marzo de 1976 asistió a una reunión de la organización, que tuvo lugar en la quinta "La Pastoril" cerca de La Reja, en la provincia de Buenos Aires. La quinta fue atacada por los militares el 29 de marzo de 1976. Los miembros del PRT contestaron el fuego, por lo cual 37 de los 49 participantes de la reunión pudieron escaparse. Sin embargo, siete murieron y otros cinco desaparecieron, entre ellos Rodolfo. Estuvo detenido-desaparecido por 45 días, posiblemente en el C.C.D. El Vesubio y luego fue asesinado. Recién en 1997, al descubrirse los archivos de la policía bonaerense, el Equipo Argentino de Antropología Forense pudo comenzar la investigación sobre el paradero de sus restos. Su cuerpo había sido hallado en Bernal el 12 de mayo de 1976 y luego enterrado como NN en el cementerio de Avellaneda.


sábado, 1 de marzo de 2008

Borzi Castiñeiras Oscar Isidoro (Cacho)

Borzi Castiñeiras Oscar Isidoro (Cacho):  35 años (nació en Wilde el 26-3-42) casado, obrero metalúrgico tornero matricero, capataz de Cristalerías SARIC,  (CI 6.279.657, LE 7.724.741, CONADEP 635, declaración 912) Vivió y fue secuestrado en Oyuela 1212, Lanús Este, por personal uniformado del Ejército Argentino a las 0.2 horas del 1º de mayo de 1977 Visto en el REGIMIENTO DE INFANTERIA MECANIZADO 3 "GRAL BELGRANO" (LA TABLADA, s/ DD HH Nación Lanús)
El libro Pájaros sin luz incluye los siguientes testimonios de mujeres de desaparecidos:  Patricia Escofet (sobre Osvaldo Plaul) […]  Ada Miozzi (sobre Oscar Isidro Borzi)…
Cacho pertenecía a la Juventud Trabajadora Peronista y era delegado del gremio del vidrio de la fábrica en la que trabajaba. Era capataz, técnico matricero. Le gustaba la fotografía. Estaba casado con Ada Miozzi y tenían tres hijos. Vivía en Lanús.
A las dos de la mañana, un grupo de hombres armados que dijeron ser del "Ejército Argentino" rodearon toda la manzana de la casa de Cacho y golpearon fuertemente a la puerta de la casa. Entraron como diez hombres, con armas largas, se posesionaron de la casa, se comieron todo lo que había y se instalaron como para quedarse. Los dos nenes mayores estaban dormidos, pero el más chiquito, Juancito de tres años, estaba despierto. Los hombres lo agarraron y lo tiraron contra la pared. Se lo querían llevar, pero la mamá les dijo que estaba enfermo del corazón -le estaba latiendo muy rápidamente por el miedo- así que finalmente lo dejaron.
Los hombres se quedaron por dos días y noches (pidíendole a Ada que les cocine) Seguidamente le pegaron a Cacho, lo pusieron atrás de la heladera, en la cocina. Finalmente el primero de mayo de 1977 se fueron y se llevaron a Cacho. Además se robaron todo, hasta los portafolios y útiles del colegio.
Meses después un policía le contó a la madre de Cacho que lo había visto a Oscar en una dependencia militar, en Monte Chingolo.